Mi Amo ha vuelto de vacaciones, y desde que lo hizo me ha usado dos veces. La primera fue el lunes 2 de septiembre. Yo estaba ya desesperado por estar a su servicio, pues ya que no puedo correrme, ni jugar con mi cuerpo a solas, ni servir a ningún otro Amo, y tampoco mamársela a nadie más, la única manera de liberar algo de la tensión sexual que voy acumulando es que mi Amo me use.
Ese día, mi Amo llegó a media tarde, yo estaba duchado y afeitado, y con todo dispuesto para lavarme y rasurarme la zona genital cuando me abriese la jaula, que llevaba ya mucho tiempo sin abrir. Lo primero que hizo fue abrirme la jaula y encenderse un cigarro, de forma que mientras me aseaba me usó como cenicero haciéndome tragar ceniza y colilla encendida. Tardé más de lo normal, pues tenía el rabo (por llamarlo de alguna manera, aunque ya no merece ese nombre) muy sucio por el tiempo desde la última vez que lo lavaba. A continuación se dedicó a patearme los huevos, y lo pasé bastante mal, pero no tanto por el dolor como por el peligro de correrme al hacerlo. Tuve que esforzarme al máximo para evitar eyacular y con ello enfadar a mi Amo. Después me permitió lamerle los pies durante un rato, y se sorprendió de lo mucho que me gusta hacerlo, pues yo nunca me había atrevido a chupárselos sin una orden suya. Cuando se cansó, me hizo tumbar boca arriba y prácticamente se me sentó en la cara para que le lamiera el culo, cosa que hice con ganas. Sabía que me iba a tocar comer mierda, pero eran tales las ganas que tenía de que me usara, que pudo más el ansia de lamerle el ojete. Al rato se fue al baño y volvió un par de minutos después, se puso en la misma posición, y de repente soltó un chorro de agua mezclada con mierda... Se había hecho un enema con la ducha. Cuando paró el chorro, yo tenía varios trozos de mierda en la boca, y la cara y gran parte del cuerpo rebozados en agua sucia. Mi Amo volvió al baño, y mientras me encontré con la boca llena y sin saber qué hacer. Estuve a punto de echar la mierda al suelo girando la cabeza, pero en el último momento decidí no pensar y tragar. Cuando mi Amo volvió, yo me notaba el aliento con olor a mierda, pero no me dio opción a seguir pensando, y de nuevo soltó su chorro sobre mí. Esta vez la mayor parte me dio en la cara y en el cuerpo, y durante unos minutos me hizo revolcarme en la mierda mientras él me miraba disfrutando de la degradación a que me estaba sometiendo. Yo intentaba no pensar, pero no dejaba de darme cuenta de mi situación. Mi Amo volvió a fumar y de nuevo le serví de cenicero.
Me ordenó limpiar un poco el suelo y ducharme, y al volver de la ducha se había sentado en la terraza. Allí me hizo otra vez comerle los pies durante un buen rato.
Disfruté haciéndolo, igual que disfruté a continuación cuando simplemente me usó de reposapiés mientras fumaba y me echaba la ceniza encima.
Para terminar, se levantó y me meó en la boca, obligándome a tragar gran cantidad de su meada, aunque guardó parte para mojarme bien la cabeza y el cuerpo.
Finalmente me hizo ponerme la jaula de nuevo, le puso el candado, se vistió y se fue, dejándome oliendo a sus meos, y teniendo que limpiarlo todo.
Fue uno de los días que más he disfrutado sirviéndole, pero una cosa lo ensombreció: me dijo que no volvería a mamársela, que no iba a meter su polla en el mismo agujero en el que echaba la ceniza y colillas, donde escupía sus lapos, y donde meaba y cagaba. Como tampoco piensa darme por culo, me temo que mi actividad puramente sexual va a quedar reducida prácticamente a la nada. Y, además, ni siquiera se corrió, así que no tuve el premio de verle gozar, de sentir como se corría (ya que yo no voy a experimentarlo nunca), y de tragarme su leche.