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sábado, 31 de marzo de 2012

Anillado del rabo

Mi Amo quiere anillarme el rabo. La razón es simple: es la forma más sencilla de aumentar la seguridad de la jaula de castidad. Explicaré como.


En la siguiente foto se observa la jaula con la polla dentro, y el anillo de un PA (Prince Albert, que es como se llama este tipo de piercing) que asoma por la ranura:






La idea consiste en poner un candado al anillo desde fuera de la jaula, restringiendo así los movimientos del rabo dentro de la misma. Lo vemos en la siguiente foto con un modelo diferente de jaula:






De esta forma es absolutamente imposible extraer el rabo de la jaula sin abrir el candado. Pero además, se disminuye mucho la libertad de movimientos de la polla dentro del aparato. La verdad es que no se puede decir que esa libertad sea grande, precisamente, pero sí es la suficiente como para llegar a conseguir correrse con el aparato puesto: se coge la jaula con la mano, y se hacen los movimientos normales de una paja. Si uno está muy excitado y se esfuerza lo suficiente masturbándose así, es posible llegar al orgasmo. Sin embargo, con el piercing y el candado, es mucho más difícil.


Pronto mi Amo me llevará a un estudio de piercing y tatuajes, hablará con la persona que lo vaya a hacer, y a continuación me hará bajarme los pantalones para abrirme la jaula delante de quien esté en la sala en ese momento. No sé qué pensará la gente que vea que me tiene el rabo encerrado, no sé si comentarán algo, si me pondré rojo de vergüenza, si será muy humillante... Quizás se rían de mí el del estudio y mi Amo, o quizás sienta lástima. O puede que piense que soy un gilipollas. Lo que es seguro es que luego comentará con sus compañeros y amigos que le ha puesto un piercing a un capullo que tenía la polla encerrada.


Pero mi Amo desea anillarme, y así será. Está deseando que la gente se entere de lo que hace conmigo, así que le encantará mostrarme así en el estudio de piercing.

lunes, 26 de marzo de 2012

Hoy hace 4 meses

Cuatro meses desde mi último orgasmo. Y ¿hasta cuando? En lo que dependa de mi Amo, no me volveré a correr mientras sea suyo (y él desea que eso sea mucho tiempo). Y si dependiera de la gente que vota en la encuesta, me correría una vez al año, o nunca más.


Pero, ¿4 meses es mucho o no es tanto? Para mí, en realidad, no es tanto tiempo. He estado varias veces 4 o más meses sin correrme. El record lo tengo en 10 meses y medio, cuando me corrí accidentalmente poco antes de llegar al año. Pero no dejan de ser 4 meses sin sentir la sensación de eyacular, esa sensación liberadora y gratificante que, normalmente, tan poco valoramos porque la podemos sentir tantas veces como deseemos. Para mí no es así, y suspiro por poder correrme una sola vez, sabiendo que no lo voy a tener. A veces, cuando estoy más salido que una perra, le suplico a mi Amo que me permita pajearme, pero es inflexible.


El problema es que cuanto más tiempo lleve sin correrme, más difícil será mantenerme en castidad, pues necesitaré menos estímulos para descargar. Un simple roce de más, una patada en los huevos, un movimiento determinado en una situación de excitación plena (por ejemplo, durante una sesión con mi Amo) puede desencadenar un orgasmo. Incluso alguna vez me ha ocurrido sin tocarme el rabo. Es decir, que siendo realista, lo normal es que me corra al menos una vez al año accidentalmente (si antes no es de forma deliberada). Lo que no quiero imaginar es qué consecuencias tendrá ese accidente, de qué manera me castigará mi Amo... La última vez que estuve sirviéndole, se divirtió un rato pateándome los huevos. Tras una de sus patadas, estuve a punto de correrme, y tuve que suplicarle que parara, porque si seguía me iba a correr: no había acabado de hablar y ya estaba recibiendo la primera de 4 hostias seguidas en la cara. Inmediatamente después llegó su amenaza: "¡Si te corres te corto los huevos, maricón de mierda!"

viernes, 23 de marzo de 2012

Inconvenientes de llevar la jaula

Una de las cosas que se han de tener claras, cuando uno se plantea llevar el rabo encerrado de forma continua y permanente, es que por cómodo que sea el aparato (y no siempre lo es), no es lo mismo llevarlo puesto que no llevar nada. Así pues, hay que adaptarse a vivir con un objeto extraño pegado al cuerpo, y eso implica cambiar algunos hábitos.


Para empezar, se tiene que emplear más tiempo en asearse. No sólo en la ducha (procurando que el jabón entre en la jaula y que luego el agua lo elimine por completo, aparte de frotar con la esponja todas las zonas externas a la jaula), sino que se debe realizar alguna limpieza extra.


Una práctica nueva es la de engrasar la zona del aparato con aceite corporal (de ese para bebés), pues de lo contrario el rozamiento continuo con la piel provocaría heridas o úlceras. Es muy importante llegar a todas las zonas donde hay fricción. Yo suelo aplicar el aceite de manera concienzuda por las mañanas tras la ducha, y de forma más ligera antes de acostarme. También llevo siempre encima un frasquito con aceite corporal, por si en algún momento del día necesito una aplicación extra.


En tercer lugar, está el problema al mear. En general, hay que descartar el uso de urinarios, así como mear de pie en el water. La forma usual de mear será sentado en la taza desde el momento en que uno se pone la jaula. Tras la meada, hay que secar el orificio del aparato en lo posible con papel higiénico. Yo, además, llevo siempre un poco de papel taponando el orificio para evitar goteos (tanto de orina como de presemen). En caso de absoluta necesidad, he llegado a usar un urinario en aseos públicos, pero en general esto es desaconsejable por tres razones: el chorro es difícil de controlar y puede acabar yendo fuera del urinario, si hay alguien en el urinario contiguo puede darse cuenta de que estás enjaulado, y en los urinarios ni hay papel a mano ni lugar donde tirarlo (tanto para limpiarse como para tapar el orificio). 


Muy relacionado con lo anterior es el hecho de que, al menos en mi caso, hay que mear más a menudo que cuando no se está encerrado en la jaula. No sé si es por la posición de la polla, o por no correrse, pero el caso es que suelo mear más veces, y siento más ganas de mear que cuando no estoy encerrado. Dado que con la jaula se tarde más del doble en mear, esto supone que al cabo del día uno emplea mucho más tiempo en el baño.


El frío y el dolor de huevos: como todos sabemos, cuando hace frío se nos contraen los huevos y se pegan más al cuerpo. Pues bien, con la jaula puesta se lo ponemos difícil a nuestros cojones, pues están atrapados por el aparato, así que suelen terminar causando un dolor (a veces insoportable) al intentar contraerse. Esto depende de la constitución de cada uno, pero en mi caso llega a ser un verdadero problema. Afortunadamente, he encontrado una solución completa a este inconveniente: por las mañanas, tras la ducha, me enfundo toda la zona genital (polla y huevos, junto con la jaula, claro) dentro de un calcetín térmico (de esos especiales para deportistas o similares). Antes de hacerlo, en invierno me pasaba el día tocándome el paquete intentando recolocarlo, yendo al baño para ponerme más aceite, pero desde que descubrí esta solución, se acabó este problema.


El tamaño del paquete: cuando empiezas a usar la jaula, te parece que se te marca un pedazo de paquete del que todo el mundo se va a dar cuenta. Poco a poco vas viendo que nadie te mira el paquete (nadie está interesado en él), y si alguien te lo notara más grande de lo normal, tampoco te iba a preguntar el porqué...


Para los deportistas: dependiendo del modelo de jaula, el paquete será menor o mayor. Yo a veces salgo con la bici, y la verdad es que incluso la jaula pequeña es un poco obvia tras las mallas, así que me pongo un pantalón corto encima y arreglado. Lo que no sé es lo que haría si tuviera que ducharme en los baños de un gimnasio... Si alguien tiene experiencia en esto, sería bueno que lo dijera en los comentarios.


Ya he hablado en alguna entrada anterior sobre las erecciones nocturnas y la necesidad de levantarse a mear para que decaigan y poder seguir durmiendo. Pero, en general, las erecciones son dolorosas si son completas y persistentes. 


Parecen muchos los inconvenientes que he descrito aquí, pero la realidad es que, una vez que uno se acostumbra a la jaula, y que ha encontrado la combinación adecuada de tamaño de anillos y espaciadores para que sea cómoda (otro día hablaré de esto), hay días completos en que ni te acuerdas de que la llevas. Por supuesto, no deja de ser un objeto extraño que provoca ciertas restricciones en el cuerpo, pero puedes acostumbrarte tanto a él que te sientas desnudo cuando no lo llevas.

martes, 20 de marzo de 2012

Una presentación


Creo que no me he presentado formalmente, explicando un poco quien y lo que soy, así que mejor lo hago ahora.

Soy el esclavo de un Amo de Alicante, le pertenezco desde principios de enero, y por deseo suyo escribo este blog para que todo el que quiera sepa de mí y de como me usa. 

Como mi nombre indica, uno de mis principales usos es el de servir de cenicero a mi Amo, cosa que le gusta hacer. Pero creo que lo que más le atrae es tenerme en completa castidad mientras él se corre tan a menudo como le apetece. Estoy a punto de cumplir 4 meses sin correrme. De vez en cuando mi Amo me permite ordeñarme, y sacarme la leche sin placer mediante masaje en la próstata. Pero prefiere tenerme el máximo tiempo posible sin hacerlo, pues le gusta verme salido y desesperado, subiéndome por las paredes de frustración por no poder correrme.




Para mantenerme así, usa un aparato de castidad: el CB6000. Aproximadamente cada 10 días abre el candado y me permite quitármelo para limpiarme, siempre delante de él, para evitarme tentaciones. Le gusta aprovechar ese momento para patearme los huevos (y suele decir en esos casos: "para un ratito que estás sin la jaula, lo pasas recibiendo patadas en los huevos, ¡hay que joderse!). 

También le gusta mearme y escupirme. Últimamente cuando se va me deja con la cabeza y la cara cubierta de lapos (y la última vez también de su leche, pues aunque es hetero, le excita mucho tenerme así, le gusta la sensación de poder de hacer lo que le sale de la punta del rabo con alguien). 

Le pertenezco desde el 12 de enero, cuando cerró el candado de la castidad por primera vez, y se llevó la llave. Fue una sensación muy fuerte, tanto para mí como para él: ambos nos empalmamos en ese momento al oír el click. Creo que él se excita al mirar la llave, que guarda en su llavero. Yo me excito cada vez que pienso que él tiene la llave y que sin ella yo no tengo acceso a mi rabo... Me excito mucho, y por eso tengo muchas ganas de correrme, pero no puedo hacerlo porque él tiene la llave, y eso me excita mucho, y me provoca más ganas de correrme... Es un círculo infernal que no quiero que se rompa. Eso no significa que no lo pase mal: hay momentos en que deseo intensamente poder correrme, y si tuviera acceso a mi polla es posible que no pudiera contenerme. A veces le suplico que me permita pajearme alguna vez, pero mi Amo es inflexible. 

Tengo momentos malos, hay ocasiones en que lo paso mal, a veces quisiera poder hacerme una paja como (casi) todo el mundo hace, pero siempre le estoy agradecido a mi Amo que quiera que yo sea suyo, que me tenga el rabo enjaulado, que se tome las molestias para mantener la higiene de mi zona genital, que me de una hostia o me azote cuando no soy como a él le gusta. Porque tengo la inmensa suerte de, cuando menos lo esperaba y de la forma en que menos confiaba, haber encontrado un Amo comprensivo y estricto a la vez, al que me gusta muchísimo servir, entretener y dar placer.

lunes, 19 de marzo de 2012

¿Por qué estoy así?

En primer lugar, estoy todos estos meses sin correrme porque lo quiere mi Amo. Le gusta tenerme así, le excita mirar la llave y saber que no me puedo correr, le divierte tenerme enjaulado, y le encanta tener ese poder sobre mí.


Pero tengo que decir que yo deseaba encontrar a alguien que quisiera mantenerme así. La verdad es que una cosa es la fantasía y otra muy distinta la realidad, pero no puedo quejarme porque es lo que yo quería. 


El caso es que me excita saber que no puedo correrme, que lo tengo prohibido por la única razón de que así lo quiere el Amo, y eso me pone a cien, y como me excita la idea, deseo más que nunca correrme... A veces le suplico a mi Amo que me permita hacerme una paja, una triste y rápida paja, incluso lloriqueo de lo salido que estoy. Pero él nunca accede, y yo me quedo frustrado pero, en el fondo, agradeciéndole esa negativa.

domingo, 18 de marzo de 2012

Un día cualquiera enjaulado

Por ejemplo, hoy... Me he levantado con un cierto dolor en los huevos, pues tenía la típica erección mañanera, y al empalmarme la jaula tira de los huevos. Normalmente tengo que levantarme una vez durante la noche a mear, a veces dos, por culpa de ese dolor. Tras ducharme, me he "engrasado" el aparato con aceite corporal, pues de esa manera se facilita mucho el movimiento de las zonas oprimidas por la jaula, y se evitan dolores y edemas debidos al rozamiento. He salido y la mayor parte del tiempo ni me he acordado de que llevaba el aparato puesto. A veces siento alguna molestia, pero casi siempre se pasan tras manipular un poco la jaula o, como mucho, al ponerme aceite de nuevo. Hoy incluso he salido en la bicicleta un rato, y la única molestia es que al bajarme de ella noto toda la zona con hormigueos, pero creo que eso es de no correrme por la presión del sillín en la próstata. Por la noche, antes de acostarme, vuelvo a poner aceite en la zona genital, para evitar en lo posible dolores nocturnos y despertarme más de la cuenta.


En definitiva, que hago una vida completamente normal, con algunos cuidados adicionales que tengo que tener, y aparte del hecho de que varias veces al día tengo una erección que implica dolor de huevos, en lugar de ser algo placentero. Una vida normal, sí, si olvido que llevo casi 4 meses (113 días exactamente) sin correrme, sin sentir un orgasmo...


En rojo, los días que llevo sin correrme

viernes, 16 de marzo de 2012

Higiene en la jaula

No sé si resultará obvio para quien no haya experimentado con cinturones de castidad, pero la ducha diaria no basta para mantener una buena higiene de la zona encerrada. Tras varios días enjaulado, esa zona empieza a acumular grasa y suciedad, y es necesario liberar la polla para proceder a un lavado profundo de la parte genital, así como a la limpieza del aparato.


En mi caso, el plazo normal entre limpiezas suele ser de una semana. De 7 a 10 días es un tiempo razonable con el que no he tenido ningún tipo de problemas. A veces y de forma puntual, por diferentes motivos, ese tiempo se ha alargado hasta casi los 20 días, y aunque no es algo recomendable, tampoco me ha causado trastorno alguno. Sólo una vez hace ya algún tiempo tuve una ligera irritación en el glande, pero desde entonces tengo la precaución de lavarme bien esa zona (no estoy circuncidado) y no me ha vuelto a ocurrir.


En resumen: con poco esfuerzo por parte del Amo es fácil mantener una higiene adecuada estando permanentemente enjaulado.

El ordeño

Así es como llamo a la manera de sacarme la leche sin sentir placer, sin experimentar eyaculación ni orgasmo alguno. Consiste en introducirme un consolador de madera por el culo y masajear la próstata, apretándola con una cierta fuerza. Al poco tiempo de estar haciéndolo, la leche empieza a gotearme por el rabo sin sentir nada (incluso tengo que mirarme para ver si me está saliendo o no, tal es la ausencia de sensación), o todo lo más puedo llegar a notar algo similar a lo que se siente al mear. 

La razón para esta práctica es doble: por un lado se recomienda para mantener la salud de la próstata en aquellos esclavos que no se corren. Por otro, es la manera de evitar eyaculaciones accidentales, especialmente las que ocurren durmiendo tras mucho tiempo de castidad. De todas maneras, a mi Amo le gusta tenerme salido, así que evita en lo posible ordeñarme a menudo, haciéndolo sólo lo imprescindible para evitar "accidentes". 

Este es un pequeño vídeo ordeñándome:


Introducción

Hola a todos los que leen este blog, que escribo por deseo de mi Amo de que cualquiera pueda saber mi situación. Desde hace unos meses, le pertenezco y él decide muchas cosas por mí. Una de ellas es la referida a mi situación sexual: tomó posesión de mí encerrándome la polla en un aparato de castidad, al que suele llamar jaula. Se trata de un CB6000, un conocido y popular dispositivo de plástico que encierra el rabo y se ajusta por detrás de los huevos, cerrándose con un candado. Cada cierto tiempo, abre ese candado y me permite quitármelo (siempre bajo estricta supervisión suya) para limpiarlo bien y lavarme y afeitarme la zona genital. Cuando termino, y a veces tras sufrir el uso y abuso de dichas partes que mi Amo desee en ese momento, tengo que volverme a poner la jaula y de nuevo cierra el candado. Y así hasta el próximo día.




Tengo varias jaulas similares, pero de diferentes diseños, de esta forma puedo cambiar de una a otra y evitar rozaduras y otros problemas derivados del uso continuo de estos aparatos.