Con todas estas fiestas, se me ha vuelto a pasar un tiempo sin actualizar el blog, así que ahora tengo que contar las dos últimas sesiones con mi Amo.
La primera fue el pasado miércoles 12, y fue una visita corta porque mi Amo tenía otros compromisos esos días. Como tenía prisa, no me abrió la jaula, así que no pude asearme ni afeitarme. Mi Amo pasó casi todo el tiempo mirando las respuestas a los anuncios que ha puesto para intentar encontrar a alguien con quien compartirme y usarme, y así reírse de mí juntos, que será más divertido que a solas. Yo estuve tirado a sus pies, abriendo la boca cada vez que necesitaba echar la ceniza o colillas, y recibiendo sus escupitajos. Al final, quiso mearme, pero al verme a su merced con la boca abierta, se empalmó y no podía mear. Me dijo que si no estuviera tan sucio me habría dejado chupársela (mi boca era un cenicero y tenía la cara llena de lapos), y me excité al saber que tenía ganas de una mamada, pero que prefería usarme de cenicero antes que follarme la boca. Así pues, quedé doblemente frustrado: perdí la rara oportunidad de hacerle una mamada (hacía meses que no probaba rabo), y me excitó su actitud. Finalmente me meó y se fue dejándome en medio del charco con la polla dolorida dentro de la jaula.
La segunda vez fue este último miércoles, el día 26. Esta vez vino con bastante más tiempo, pues yo no trabajaba y pudo venir pronto. Lo primero que hizo fue abrirme la jaula y dejar que me lavara y afeitara mientras él fumaba y me echaba ceniza y colilla en la boca. Cuando terminé, fuimos al ordenador y pasé un buen rato tirado a sus pies mientras miraba los anuncios y películas guarras. Me escupió un par de veces, se fumó otros 4 cigarros (aunque los dos últimos no los tragué, pues tenía la boca ocupada), me trabajó los pezones, me pisó la polla, me dio a comer rabo, y finalmente me hizo tragar su meada. Este día sí tuve la enorme suerte de poder mamarle la polla a mi Amo, aunque recibí una docena de bofetones por rozarle con los dientes: mi Amo tiene la piel del rabo muy sensible, y al menor roce se le irrita. l final tuve que tragar toda su leche antes de su meada. Cuando acabó, volvió a cerrar la jaula y se fue cuanto todavía me chorreaban sus meos.
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