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jueves, 7 de junio de 2012

Humillaciones

Durante el último par de semanas he estado especialmente salido y muy ansioso por ser humillado. Por alguna razón que no acabo de entender, necesitaba de manera urgente sentirme despreciado y degradado por mi Amo de forma cruel y brutal, y así se lo hice saber en mis emails. Por diversas circunstancias, llevaba un tiempo largo sin estar a su servicio, y faltaban todavía largos días hasta poder estarlo de nuevo. El caso es que hace justamente una semana, vino a casa para abrirme la jaula y permitir que me aseara, y usarme un rato. 


Llegó bastante más tarde de lo que había anunciado (está muy ocupado estos días, así que agradezco que se tome un tiempo para mi aseo, aunque llegue tarde), así que no pudo quedarse más que una media hora. Nada más llegar, me dio dos hostias en el momento de abrirme la jaula. No es que sea raro que lo haga, pero la verdad es que así en frío me sorprendió que lo hiciera y me puso en mi lugar. A continuación me dejó asearme mientras fumaba un cigarro y me hacía tragar ceniza y colilla encendida. Después me hizo ordeñarme (la técnica que ya he explicado para sacarme la leche sin sentir nada, y evitar corridas accidentales), cosa que necesitaba urgentemente pues estaba tan excitado que podía haber tenido un accidente fácilmente. Cuando todavía estaba sacándome la leche manipulando a 4 patas el consolador en el culo, sentí que me estaba mojando y con un "no, por favor" (que en realidad no sé porqué lo dije) me di cuenta de que mi Amo me estaba meando en medio del salón de mi casa. Me hizo tumbarme y se entretuvo en mojarme bien cara, cabeza, cuerpo, espalda, etc. Tras su larga meada, permanecí tumbado en medio de un gran charco de sus meos.


Seguidamente se divirtió pasándome la suela de sus zapatos por la cara y la cabeza, manchándome todo cuanto pudo. Me escupió repetidamente, me hizo lamer su meada, me llevó al baño para obligarme a mirarme en el espejo y que me diera cuenta de lo patética que resultaba mi imagen, de lo bajo que había caído. Volvimos al salón y siguió humillándome de formas parecidas, recordándome que cuando en pocos minutos se fuera yo me quedaría sucio y asqueroso en medio de un charco de sus orines, y que me tendría que poner a limpiar todo aquello. Finalmente, antes de irse, se encendió otro cigarro y me lo apagó en la nalga derecha, pero no debió quedar muy contento porque lo volvió a encender para volverlo a apagar en el mismo sitio diciéndome que me dejaba una marca.


Apecto de la quemadura del cigarro de mi Amo,
una semana después de marcarme


A continuación se fue. Yo me quedé hecho una mierda, pensando en que una cosa es querer que te desprecien, y otra vivirlo. Limpié todo, me duché, pero aún así me acosté sintiéndome todavía sucio, sintiéndome un poco menos hombre y más esclavo de mi Amo. 

4 comentarios:

  1. que extraño es todo esto de la humillacion, solo lo entiendo porque lo he sentido, pero realmente, me gustaria saber porque somos asi, y si todo el mundo en el fondo siente en su interior esta excitacion por ser o estar dominado.

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  2. Coincido contigo, y no seré yo quien pueda darte una explicación razonable. Como dices, no se entiende, sólo se siente uno así.

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  3. Os jodeis por hijo putas. Y encima os pisaba la cabeza

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  4. Hombre, Anónimo, aquí como hijo-puta solo se puede ver a uno, y no es precisamente quien escribe el blog. Bueno, en realidad me parece que contigo serían dos.
    En fin, es una pena lo de esta panda de cretinos que se creen superiores, cuando normalmente solo son unos pobres gañanes frustrados ante la falta de control y poder en su vida "normal".
    Sumiso, con quien quiero, hasta donde quiero, y, sobre todo, con quien demuestre merecerlo. Y hay de aquel que se pase de "listo", que acaba siendo el perro.

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